Suicidios en Japón
Japón sigue siendo el segundo país del mundo, por detrás de Rusia, con un mayor índice de suicidios según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cifra de suicidios quintuplica anualmente la de fallecidos en carretera y es la sexta causa de muerte.
Desde hace 12 años, Japón tiene una escalofriante tasa de más de 30.000 suicidios al año, lo que representa unos 2.500 al mes o más de 80 cada día. Con cifras que sitúan a Japón, de 127 millones de habitantes, entre los primeros países en tasa de suicidios del mundo, el Gobierno ha decidido tomar medidas para disuadir a los desesperados .lo que ha llevado al Gobierno a emprender una campaña para frenar a quienes, en medio de la crisis económica, quieren quitarse la vida. Se planea por parte del gobierno japones, entre otras cosas, colocar carteles en defensa de la vida en lugares "estratégicos" como cajeros automáticos -dirigidos a quienes atraviesan por dificultades económicas y van a sacar sus últimos ahorros- o en las oficinas de desempleo, donde también habrá psicólogos. Estas y otras medidas se aplicarán encampañas en los medios de comunicación bajo lemas que animen a los ciudadanos a preocuparse por los demás.
El último año el número siguió la tendencia al alza de años anteriores: 32.753 japoneses acabaron con sus vidas, entre ellos 23.406 hombres y 9.347 mujeres, según la Agencia Nacional de la Policía. En un estudio reciente se calcula que unos 6.000 japoneses fueron inducidos al suicidio por depresión, los problemas de salud y las deudas con prestamistas son otros de los principales motivos que llevaron al suicidio. Por edades, los suicidios de japoneses de 60 años aumentaron, los suicidios de gente joven, de 19 años o menores, descendieron.
Según el estudio, los jóvenes de esas edades se quitaron la vida en la mayoría de los casos por acoso escolar o por problemas con sus amigos. En Japón están los hikkikomori, o jóvenes que se recluyen en sus habitaciones porque no pueden seguir el ritmo acelerado y competitivo de la sociedad japonesa, y ha destacado que las familias niponas no son tan grandes como antes" lo que dificulta que los jóvenes compartan sus sentimientos. El estudio indica que el 57,4% del total de fallecidos eran personas sin trabajo. Muchos jubilados se suicidan porque se han pasado la mayor parte de su vida trabajando y no saben qué hacer cuando lo dejan.
Según los expertos las causas de suicidio son variadas: Desde graves problemas de salud de difícil solución a problemas económicos o disputas familiares. A estas tres grandes causas se les pueden añadir otros muchos factores que sobretodo evidencian la falta de "flexibilidad" de la sociedad japonesa, donde, por ejemplo, el sistema educativo es sobresaliente pero extremadamente competitivo o las jornadas de trabajo donde lo estresante no son las horas de trabajo (iguales a las de cualquier europeo) sino los grandes trayectos a realizar que conllevan en muchos casos vivir en la ciudad donde se trabaja y volver los fines de la semana con la esposa e hijos, o la separación casi total de la familia, creando graves conflictos. Esto, añadido a una juventud presionada y falta de valores crean futuros grupos de personas con tendencia a atentar contra su vida. Así, deberíamos desterrar algunas leyendas urbanas que se suelen achacar a los suicidios japoneses como el pensar que la sociedad nipona sigue anclada en la mentalidad del suicidio = honor, típico del samurai feudal. O las últimas alarmas de pactos por internet que en realidad representan una mínima parte de los casos totales.
En Tokio y otras regiones adyacentes uno de los recursos más frecuentes para quitarse la vida es arrojarse a las vías del metro, más de 35.300 trenes tuvieron que retrasar sus operaciones por intentos de suicidio en un año. Eso a pesar de que en los últimos años se han colocado barreras entre las vías y las plataformas en varias estaciones, además de botones de emergencia en los andenes para que, si alguien ve a un suicida arrojarse a la vía, lo pulse inmediatamente para detener el paso de los trenes.
De forma paralela han nacido otras iniciativas contra el suicidio: algunos templos budistas ofrecen líneas telefónicas para que la gente pueda desahogarse, mientras que han nacido grupos como "Reunión de redes para la vida", que aúna instituciones y empresas privadas.Esta asociación actúa en Yamanashi, una provincia cercana a Tokio y hogar del llamado "bosque de los suicidios", conocido porque algunos acuden allí para no volver a salir. Sólo en 2008, fueron 358 personas las que terminaron con sus vidas en esa arboleda. Por eso, desde hace meses el grupo organiza eventos para formar a voluntarios capaces de disuadir a los suicidas, con conferencias sobre relaciones personales y el trato que deben ofrecer a personas con graves problemas.Esos voluntarios reparten folletos en alojamientos, quioscos o estaciones en los que detallan cómo identificar y tratar a un suicida potencial, con algunos consejos básicos: escuchar con tranquilidad, mantenerse sereno y buscar ayuda externa para disuadirle de sus intenciones.
Históricamente, la actitud de la sociedad japonesa ante el suicidio se puede describir como "tolerante" y todavía hay quien la considera una respuesta moralmente aceptable ante situaciones deshonrosas. Para muchos japoneses, el suicidio no conlleva ningún estigma social e incluso puede estar rodeado de cierto romanticismo trágico; en una ética fuertemente influenciada por el budismo, muchos ven la muerte como un pasaje a otra existencia terrenal.
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